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Marc Valiente: "no soy de tatuajes ni de redes sociales, sólo Instagram y poquito".


Marc Valiente: «Si con la crítica me hubiera hecho mala sangre, me habría retirado hace años»

Entrevista de Javi Barrio a Marc Valiente en el Comercio


-¿Cambió Huesca por Gijón?
-Los futbolistas decidimos. Hubo un momento al volver a España en el que recibí un par de ofertas, incluso alguna más, y el Sporting me llamó. Cuando lo hizo pensé en cuál era la mejor opción a nivel deportivo, de ciudad y de todo. Tengo familia y ya no me muevo solo. Tuve la suerte de poder decidir y lo hice por el Sporting.
-¿Y qué se ha encontrado usted, que es futbolista del mundo?
-(Sonríe). El Sporting es un club muy bien organizado. Mareo, la cantera, es un tema importante para mí. Crecí en un sitio (el Barcelona) en el que la cantera es básica. Es importante la educación a nivel futbolístico y personal. Aquí se trabaja muy bien. Cuando evalué todo, estaba claro que el Sporting era una decisión fácil.
-¿Cuánto alivia la victoria de Elche?
-El momento después del partido, cuando el árbitro pitó el final, fue un alivio para nosotros. Llevábamos dos partidos con malas sensaciones y volver a ganar da positividad y ganas de que llegue el siguiente partido.
-¿Entiende la crítica?
-Se entiende. Sobre todo en la primera parte contra el Alcorcón, no estuvimos. En otros partidos, perdiéramos, ganáramos o con empates, el equipo competía, pero en esos dos partidos antes de Elche nos faltó ese nivel competitivo. Entendemos la crítica e intentamos que no nos afecte.
-¿Lee mucho?
-Soy de leer mis libros (risas).
-¿Por ejemplo?
-Me encantan Bukowski y Paul Auster, aunque mi libro favorito es 'El Médico', de Noah Gordon.
-¿Y qué opina de la crítica?
-Hay que tener un equilibrio en la vida, tanto en el día a día como en la profesión. No puedo dedicarme a creer que todo está bien cuando ganamos, que todos me quieren, y pensar que las críticas son destructivas cuando pierdo. Hay que tener un equilibrio. Trabajar intentando que no afecte la crítica. Es nuestro día a día. Cuanto antes nos habituemos, mejor.
-¿Y qué le llega?
-El sentimiento de la afición. Yo sé cuándo hay un partido malo o cuando hay uno más bueno. Para mí es importante encontrar ese equilibrio.
-¿No se hace mala sangre?
-No. La experiencia me ha dado un poco eso. Si me hubiera hecho mala sangre, me habría querido retirar hace años (sonríe). No se puede vivir con eso. Hay otras cosas en la vida por las que sufrir. El fútbol para mí es mi trabajo y también mi divertimento. El tema es el equilibrio. Y creo que lo he encontrado a mi edad. ¡Ya me tocaba! He sufrido lo mío. Terminar algún entrenamiento, que no me salieran las cosas, llegar a casa y que lo sufrieran los míos... Pues como que no.
-¿Le ha costado mucho?
-El 100% de los futbolistas que llegamos a profesionales tenemos un gen competitivo que nos hace ser así. Es difícil manejarlo y puede ser negativo. He sabido hacerlo, aunque me ha costado lo mío. Antes me tomaba más a pecho todo, pero ahora estoy en paz.
-¿En la vida es tan competitivo?
-Desde que nació mi hijo Martí, no. Ya lo es él por mí. He bajado el nivel porque hay otro que viene detrás más competitivo que yo (risas).
-¿Es futbolero?
-Sí. Tiene seis años. Está en Mareo y esta semana debuta (risas). Es prebenjamín B. No le he empujado a ser futbolero, pero imagino que por lo que ha visto en casa lo es. Esta semana casualmente cumple un año también la pequeña.
-¿Qué le da en la nariz con el Zaragoza que visita El Molinón?
-El Zaragoza empezó muy bien. Está diseñado también para estar arriba y ahora está en un pequeño bache que todos los equipos pasan en algún momento. Tiene jugadores muy importantes y tenemos que estar como mínimo al nivel de Elche.
-¿Ha cambiado la Segunda desde que se fue? Cada semana surgen y desaparecen candidatos.
-Hay más igualdad. El año que ascendí con el Valladolid íbamos tres equipos muy separados del resto. Otro año que nos eliminaron en 'play off' (Las Palmas), también estábamos cuatro o cinco equipos destacados. La tendencia ahora es que todo el mundo puede ganar a todo el mundo. El otro día el Mirandés ganó en La Romareda. La Segunda no es la que dejé, pero sigue siendo parecida. Quizá a día de hoy se estudia más al rival y es mucho más complicado hacer daño.
-¿Le gusta más el fútbol de ahora que el de antes o viceversa?
-(Pensativo). Quizá también el VAR ha hecho que este debate sea creciente. La gente dice que se le ha quitado viveza al deporte, pero el fútbol me sigue dando mucho. Me encanta entrenar todos los días o el nerviosismo del partido. A mis 32 años no me veo haciendo otra cosa.
-Pero le han quitado espontaneidad al jugador, ¿no?
-Estamos más pendientes de otras cosas. La gente antes salía de la calle y daba otro brío al fútbol. En mi caso concreto, no me la ha quitado. Sigo haciendo mi fútbol.
-Ya ha marcado su golito del año.
-Ojalá no sea uno por año y este pueda incrementar la estadística (risas).
-¿Qué le han contado del derbi?
-La parte de fuera. Está claro que es un partido especial, que los dos equipos lo viven diferente. Pero ahora no pensamos en el Oviedo, sino en el Zaragoza. Cuando llegue, lógicamente será muy especial intentar ganar ese partido y dar una alegría extra a la afición. Pero, a nivel ambiental, si me pregunta, he vivido un derbi muy caliente, el Partizán-Estrella Roja.
-Le iba a preguntar ahora por él.
-Entonces ya sabrá. Sé qué es un derbi. No me espero más nivel de excitación que el que vivía en Belgrado.
-¿Es tan exagerado como cuentan?
-Son dos equipos de una rivalidad enorme y sus estadios están a trescientos metros de distancia. Esa es una de las cosas llamativas. Vas desde tu estadio al del rival en autocar durante cinco minutos y ves cosas que no has visto nunca. En el mismo campo, el partido se tiene que parar por bengalas y demás. No creo que vaya a vivir algo así. Y eso que me dijeron que se había calmado mucho, que antes era muy salvaje.
-¿Manu García es tan bueno como se percibe desde fuera?
-Es especial. Lo ven ustedes y lo vemos nosotros. Esa forma de jugar suya es muy peculiar: sus giros, el control de balón, tiene gol, visión de juego. Es un jugador muy especial y joven. Tiene un recorrido largo. Es una suerte que el Sporting le pueda disfrutar.
-¿Tienen que protegerle más los árbitros? En Elche sufrió mucho.
-La segunda entrada que le hicieron era inexplicable y más con el VAR. Se las hacen siempre a él. Ahora que se tiene el VAR, ¿por qué no revisar estas jugadas peligrosas?
-¿Ha cubierto el cupo de aventuras?
-No me cierro a nada. Es difícil salir de España. Se está muy bien. La Liga es la que todo el mundo quiere jugar, pero a nivel de experiencias y de vida me encantó estar fuera cuatro años. Estoy agradecido a la vida por haber podido disfrutar de ello.
-Tuvieron una experiencia complicada en Israel, ¿no?
-Haifa es una ciudad peculiar. Una parte está en el puerto y otra en la montaña. Las residencias, colegios y hospitales están arriba. Nosotros entrenábamos abajo y vimos un incendio arriba. Pensábamos que no era grave, pero nos avisaron de que había varios focos, uno cerca del colegio de mi hijo. Un utillero me acompañó con el coche a buscarle. Ya lo habían trasladado al hospital. Fuimos a buscar a mi mujer, que estaba en casa y no la dejaban salir de allí. Fue una situación un poco caótica. A mi hijo no le gusta mucho el fuego. Tenía tres años, pero le quedó algo grabado. De todas formas, Israel no es un país peligroso. Nos gustó mucho.
-¿Cuántos idiomas habla?
-Inglés bastante fluido. Le he dado caña y lo manejo bastante bien. El francés lo entiendo, pero me cuesta expresarme. Luego catalán y castellano. El inglés tendría que ser una obligación. Lo he visto viajando. El que lo maneja tiene más facilidad con todo. En Serbia hablaban serbio e inglés, en Israel, hebreo e inglés...
-¿Qué tal los estudios?
-Mi padre, que en paz descanse, me dijo que el fútbol le daba igual. Que si no me sacaba el Bachillerato no jugaría. Lo saqué y luego la selectividad. Ando ahora trampeando ahí un poco para sacar alguna carrera a distancia, pero no es fácil.
-Ni tatuajes y pocas redes sociales.
-'Instagram', pero poquito. Sigo a @AmarillAmorebieta y poco más. Cada uno hace lo que cree. No critico al que lo haga ni al que no. Yo en redes soy muy cauto. No me gusta exponer mi vida, pero tampoco critico al que lo haga. Igual que con los tatuajes.
-¿Le gustaría echar raíces en Gijón?
-El sitio es propicio. Estoy encantado en la ciudad. Desde el primer día nos hemos sentido a gusto. Pero mi experiencia me dice que no puedo hacer planes a largo plazo y más a mi edad. Sé que esto se va a acabar algún día e intento dar lo mejor de mí. Quiero disfrutar de lo que me quede. Si puede ser aquí, mucho mejor.
-¿Ve a este equipo candidato?
-Candidato lo era antes de empezar la temporada. No tenemos que cambiar el discurso. Podemos ser un candidato, pero no lanzar las campanas al vuelo. Tenemos catorce puntos y la idea es sacar tres más el domingo.
-¿Son mejores de lo que dice la tabla?
-Creo que podríamos haber sacado más puntos. Con cuatro o cinco más, sería otra historia.

-¿Usted era mediocentro?

-Empecé a jugar de central en cadetes, pero en juvenil de segundo año, en División de Honor, hubo un entrenador, 'Chechu' Rojo, que fue jugador del Barça y se retiró con 20 años por una lesión, que me probó como pivote. Alterné esas dos posiciones durante dos o tres años. Fuera del Barcelona, esa posición de '4' es distinta. Me he tenido que adaptar a otras del centro del campo que no eran muy comunes para mí y eso es más complicado.

-¿Por Guardiola se quedó en Tercera División?

-Sí. A la vuelta del Mundial Sub 20. Habíamos descendido a Tercera con el filial del Barça y tenía ofertas para salir. Habíamos eliminado a Brasil en el Mundial. Aunque luego caímos en cuartos, hicimos un buen campeonato. Tuve una reunión con Pep y me convenció. Yo entonces tenía 20 años. Que Guardiola, con todo lo que había sido como jugador, me dijera eso... Fue clave.

-¿Ya le conocía?
-Personalmente no. A Tito Vilanova, sí. Fue mi entrenador en el cadete. Pero con Pep era la primera toma de contacto y me convenció a la primera. Además del conocimiento, el hecho diferencial de un entrenador es el poder de convicción. Él es el número uno en eso.
-Usted fue compañero de generación de Messi, además de Cesc y Piqué, entre otros. ¿Se acuerda de la primera vez que vio a Messi?
-Me acuerdo. Nos reunió nuestro entrenador porque siempre que venía alguien nuevo nos lo explicaba. Nos dijo que venía alguien especial y que tampoco le diéramos facilidades. Así funcionan estas cosas. Desde el primer día que llegó vimos que era distinto. Nos enseñaron a controlar el balón y pasarlo, lo más rápido posible, en dos toques. Él lo conducía y hacía diez toques en el mismo tiempo que nosotros controlábamos y pasábamos. Para nosotros era algo distinto.

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